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domingo, 30 de diciembre de 2012

El Condor pasa - Cierre de año


Teníamos que cerrar el año corriendo. Teníamos que hacerlo en un lugar distinto, pero al mismo tiempo tomar revancha de aquella corrida de pleno invierno con 12 grados bajo cero que quedó trunca por exceso de nieve sobre la ruta. Teníamos que hacerlo juntos, como en los distintos desafíos del año.
 
Partimos del puesto del Portinari donde los gendarmes nos miran de manera incrédula cuando le decimos con una sonrisa de oreja a oreja que vamos a salir a correr cuesta arriba unos 10 km para hacer un total de 20 km. El lugar es inmenso, majestuoso e increíblemente limpio. Lejos del hielo y las nieves que cubren todo en el duro invierno, el camino está alfombrado de unas flores azulinas y amarillas que perfuman intensamente el paisaje. No importa cuantas veces vengas a este lugar, siempre te sorprende.

Durante los primeros 4 kilómetros, nos encontramos con algunos pescadores solitarios, intentando sacar algunas truchas del arroyo que acompaña el camino hasta el pie del Portillo Argentino, arroyo que nos sirve para refrescarnos en las paradas de hidratación.
 
El trayecto te asombra a cada paso y se dibuja un nuevo paisaje curva tras curva y las piernas te empiezan a pedir una tregua cuando llevás 8 kilómetros subiendo sin parar. Entonces es cuando descubrís que todo tiene una vuelta más. De pronto por arriba de tu cabeza a no más de 4 metros pasa volando un cóndor y te emocionás como un niño y no terminás de verlo y ves que empiezan a carretear desde un costado del camino dos, tres, cinco, 20 de estos magníficos animales y no sabés para donde mirar, para donde apuntar el bendito blackberry con su cámara rudimentaria para inmortalizar el momento.

Cuando te das cuenta, ya pasaron todos y vos sólo atinás a hacer un disparo de rutina, deseando poder inmortalizar un instante. No sé si alguien alguna vez ha podido sacar una foto con tantos cóndores volando juntos en libertad. En mi foto se pueden ver 9 cóndores, bajando hacia el valle de Tunuyán, creo que en total habremos visto algo más de 30. Impresionante.

Un par de kilómetros más arriba, llegando casi a los 11 km total de subida, nos damos por satisfechos. Hemos pasado el último refugio antes de confluencia y tomamos como hito a superar para la próxima, el monolito de la tumba del polaco, recordando que a la montaña se la disfruta y respeta y agradeciendo los regalos que obtuvimos este día.
 
Bajamos a otro ritmo, los pulmones limpios, la cabeza fresca y el alma tranquila, pero todos pensando en la vuelta otro día y duplicar la distancia, llegar al Portillo y disfrutar ahí mismo una buena comida con amigos.

domingo, 16 de diciembre de 2012

¿Te puedo robar un minuto?

Tengo el hábito de realizar todos los pagos de impuestos y servicios por algún sistema de banca electrónica por dos simples razones: No me gustan perder tiempo haciendo colas y no me gusta autorizar que debiten de mi cuenta bancaria o tarjeta de crédito importe alguno. 
Sin embargo, hay un par de servicios que por alguna razón no me acepta el pago electrónico, por lo que lamentablemente tengo que ir sí o sí a un banco en donde no tengo cuenta a realizar el pago por boca de caja o cajero humano.  
Hace una semana fui justamente a esto a un centro comercial a realizar los pagos el día de vencimiento y cuando llegué la cola estaba a unos 25 metros de la caja. Claramente, tampoco me gusta pagar las cosas con retraso, por lo que me resigné a esperar mi turno y me puse a calcular el valor del tiempo que estaba perdiendo. 
Invito a que haga lo mismo para que tome conciencia cada vez que hace una cola bancaria que podría evitar. El cálculo es el siguiente: 
Partiendo de que el año tiene por lo general 365 días, esto implica unas 52 semanas y un día. Si no trabaja sábados y domingos, hay 104 días no laborables quedando sólo 261 días. Ahora bien, en Argentina en el 2013 habrán unos 20 días no laborables y Mendoza suma uno más (Sea en el sector que se desempeñe, tal vez usted tenga el día del municipio, gremio, santo, credo o batalla) por lo que voy a tomar directamente 240 días laborables al año. En definitiva, y en base a una jornada legal de 8 horas laborables pagadas al 100%, el año tiene un total de 1920 laborables o bien 115.200 minutos. Volviendo un poco para atrás y generalizando un poco, en un mes promedio, hay 9.600 minutos de trabajo. 
Después de sacar estas cuenta con mi Smartphone en la cola y como aún no me tocaba el turno, decidí agregarle al cálculo un refinamiento extra, ya que no es lo mismo perder un minuto de mi tiempo, que un minuto de un jubilado, un menor o tal vez una persona similar a mí pero que le importe menos disfrutar su tiempo de ocio. Para lo cual le asigne a una matriz de ocio los siguientes valores: 
 
Valor
Muy baja0,25
Baja0,50
Media1,00
Alta2,00
Muy alta4,00
 
Con esto, se puede corregir el valor del tiempo perdido de la siguiente manera: Si a una persona cualquiera, digamos Juan, no le importa perder un minuto de su tiempo de ocio haciendo cola, le asigna un valor de 0,25 mientras que a otra persona Pedro, que se encuentra en la otra punta de la escala de valoración del ocio cada minuto de tiempo perdido en la cola lo pondera en 4. Asimismo, dependiendo de qué actividad este realizando, las ponderaciones pueden cambiar. Como ejemplo, cuando estoy esperando en el consultorio del médico estoy más dispuesto a perder un minuto de ocio que cuando estoy haciendo la cola del banco, porque considero que ese minuto está mejor invertido que éste. 
 
Por último y para cerrar el tema, sólo restan dos variables fundamentales: la primera, es conocer el ingreso neto de cada persona que está haciendo la cola; la segunda, es conocer la cantidad de tiempo que ha perdido para pagar los servicios e impuestos en el banco. 
 
Si asigno un valor cercano al del salario mínimo en Argentina, por ejemplo de $3000 y que la persona estuvo en la cola una media hora, podemos calcular tanto el valor por minuto perdido como por el total del tiempo de ocio perdido de la siguiente forma: 
 
Valor del tiempo perdido = Valor del ocio x Ingreso Neto x Tiempo perdido / Tiempo del mes
En el caso de Juan:
Valor del tiempo perdido=0,25 x $3.000 x 30 minutos / 9.600 minutos = $2,34
 En el caso de Pedro:
 
Valor del tiempo perdido=4,00 x $3.000 x 30 minutos / 9.600 minutos = $37,50
En mi caso, perdí exactamente 78 minutos de mi ocio.

domingo, 9 de diciembre de 2012

El último deseo de Enrique




El día 12 de agosto de 2012, falleció Enrique Tittarelli, tal vez la persona que más sabía de aceite de oliva de Argentina. Desde ese día, he escrito y borrado líneas, tal vez sabiendo que todo lo que yo pudiera escribir sobre él me resultara insuficiente, tal vez, porque a veces a las personas nos cueste un poco más expresar con las palabras correctas los conceptos que tenemos para con aquellas que aprendemos a querer en poco tiempo y de pronto ya no las tenemos con nosotros.

Hoy, mientras revisaba el correo no deseado, encontré un mail de una amiga direccionando a una nota sobre Enrique y donde me pedía que escribiera al fin un post sobre esta gran persona, haciendo referencia a sus sentimientos encontrados sobre la reciente publicación del libro "La familia Tittarelli y la olivicultura argentina", libro que Enrique no pudo ver publicado.

Conocí a Don Enrique Tittarelli y a Rosa, su compañera de vida en una de las tantas visitas a empresas que hacía regularmente. Fuimos a su finca de Rivadavia y nos recibieron con unos mates y tostadas en una casa de campo que tiene todo lo que uno puede imaginar que tenga una casa de campo. Desde aromáticas colgando del techo, hasta una cocina a leña, pasando por un humidificador para los puros que fabricaba Enrique y que Rosa le prohibía fumar, o bien cientos de artículos antiguos que hoy sólo se ven en casas de coleccionistas y que en esa casa no formaban parte de un decorado chic, sino más bien, hacían a la esencia misma del lugar.

En una agenda de visitas donde entre empresa y empresa teníamos unos 40 minutos de viaje y escuchábamos y conversábamos con las personas para ver desde nuestro trabajo en qué cosas los podíamos ayudar o asesorar, la reunión con Tittarelli detuvo todos los relojes y luego de más de dos horas, donde me mostró desde el vivero y los olivos plantados por él, hasta su mini planta aceitera, sólo pude irme con la promesa a mí mismo de volver con más tiempo apenas pudiera.

Así fue como a lo largo del tiempo, cada vez que iba a la zona Este, buscaba un pretexto para pasar al menos a saludarlo, comprarle unas botellas de aceite, compartir algún vino tinto y tratar de convencerlo de que en su libro tenía que volcar los resultados que había obtenido todos estos años en su cata anual de aceites de oliva que hacía con sus alumnos del panel de cata. Enrique nunca quiso dar a conocer la información, porque no quería perjudicar a aquellas marcas que según la cata, daban aceites lampantes y que varios, como yo, se sorprenderían por ver la posición que ocupaban año tras año.

Una de las últimas veces que fui a visitarlo, estaba muy débil pero igual seguía haciendo planes a futuro. Con mucho dolor, le tuve que decir que no había encontrado forma de ayudarlo con la publicación del libro. Al final, fue Enrique quien terminó consolándome porque yo no le tenía respuestas. Ese día me fui llorando de impotencia y dolor. Sabía que lo más seguro es que ya no volvería a verlo.

Enrique plantó varios árboles, muchos de ellos hace tiempo que dan frutos; enseñó a todos los que quisieran escucharlo a hacer aceite de oliva para hacer cada día más y mejores productos. Ver el libro “La familia Tittarelli y la olivicultura Argentina” publicado, es ver el último deseo de Enrique realizado y puede descansar con la tranquilidad del deber cumplido. Ojalá algún día pueda hacer lo mismo.

martes, 23 de octubre de 2012

Ser parte de la solución. Verdadero espíritu grande.




Hoy llegó mi hijo de la guardería con una nota simple que dice:

"Queridos amigos, mi hija Milagros Andrioli apenas tiene 9 añitos y necesita un transplante de médula. Para ello está haciendo una movida importante para conseguir un donante. Como lo haríamos cualquiera de nosotros que somos madres o padres no? El proceso es primero donar una unidad de sangre y si uno quiere se inscribe en el banco de donantes: llevan una muestra a Buenos Aires y si hay compatibilidad con algún niño en espera te avisan. No es ni peligroso ni corres riesgo de que te pase nada.
Mi reflexión es: Cuando a un chico le pasa algo, lloramos y decimos cómo puede ser; como Dios lo permite, etc. Hoy podemos ser parte de la solución y dar vida.
Cada uno de nosotros que tenemos hijos detengámonos dos minutos a mirarlos y pensemos que no haríamos para que no les pasara nada.......
Cualquiera en cualquier lugar del país lo puede hacer porque el registro es mundial.
Si alguien quiere ser parte esta movida a favor de la vida, pueden ir al hospital Notti de 8 a 11.30hs o al Hospital Central de 8 a 9 hs de la mañana .......
                                                                                         Fernanda y Oscar"

La verdad es que el tema me tocó. No sólo escribí un par de mensajes en twitter invitando a donar, sino que efectivamente busqué en wikipedia información sobre el tema http://es.wikipedia.org/wiki/Trasplante_de_m%C3%A9dula_%C3%B3sea la cual recomiendo leer porque es clara y concisa.
 
Si fuera mi hijo, lo mínimo que quisiera es que mis amigos y conocidos al menos se hicieran el test para saber si pueden salvar una vida. No parece muy difícil, es sólo cuestión de voluntad y no ser egoista.
 
Gracias por tu tiempo.
 

lunes, 8 de octubre de 2012

Manzano Histórico - The Vines of Mendoza

En esto de buscar lugares no habituales para correr los fines de semana y aprovechando la necesidad de hacer entrenamientos para correr los K42 Salomon de Villa la Angostura; decidimos ir nuevamente a correr por la zona del Manzano Histórico, en Tunuyán, Mendoza.
 
Para quienes no conocen el lugar, se llega por la RN40 al sur de Mendoza y al llegar a la ciudad de Tunuyán, se toma la RP92 y después la RP94 hasta llegar al sitio histórico, son alrededor de 40km donde se encuentran diversos proyectos vitivinícolas de altísima calidad ya que la zona tiene un microclima muy favorable, un terroir óptimo para la vid y una altura alrededor de los 1200 msnm.
 
Para evitar el frío de la vez anterior que vinimos en pleno invierno, iniciamos el entrenamiento a inicio de primavera y desde las cercanías al monumento.  aunque esta vez, al llegar al Manzano ya estaba lloviendo y un par de kilómetros más adelante, empezó a nevar.
 
En total hicimos cerca de 14 kilómetros, subiendo gran parte de un cerro que está frente al ex hotel Samay Huasi, lugar donde definitivamente nos sorprendió la nieve.
 
En el video, se puede ver claramente el inicio de la nevada, al regreso, el mismo camino ya estaba absolutamente blanco y nosotros 100% congelados, aunque felices.
 
Después de correr, fuimos a conocer el proyecto The Vines of Mendoza y de paso degustamos unos muy buenos vinos en la salita de degustación de la bodega principal del emprendimiento.

En la foto estamos los cinco que fuimos a correr. ¡Yo estoy en el espejo, abajo del brazo que tiene la copa levantada!

Por último, para cerrar el día, fuimos a comer a una pulpería relativamente nueva que se llama La Juntada, en el triángulo que se forma en la unión de la RP92 y RP94. Excelente cocina y atención en un ambiente familiar y auténticamente campesino. Los dulces, una verdadera delicia.

En definitiva, fue una salida completa, amigos, corrida, buen vino y excelente comida. Salvamos la semana, aunque la próxima, tendremos que correr varios kilómetros más y comer un poco menos.

martes, 2 de octubre de 2012

Elemental, mi querido Watson


File:Statue of Sherlock Holmes in Edinburgh.jpg
Estatua de Sherlock Holmes en Picardy Place en Edimburgo, lugar de nacimiento de Conan Doyle
 
Hace unos días, fui con unos amigos a Chile a comprar una heladera para uno de ellos que le costó aproximadamente un tercio de lo que cuesta en Argentina, incluyendo en la cuenta los  los impuestos y gastos de viaje y el famoso 15% adicional por compra con tarjeta de crédito. En lo personal, fui a comprar un lavarropas ya que el que compré hace dos años fabricado en mi país, se ha roto tantas veces que el tipo que los arregla me recomendó cambiarlo y dejar de pagarle por la cantidad de arreglos.
 
Claramente, aprovechamos para comprar otros bienes consumibles menores que no sólo están a mejores precios en el vecino país, sino que tampoco se consiguen en Mendoza, como protectores solares y algunas cremas.
 
Nos detuvimos en la plaza de un poblado entre Los Andes y San Felipe y nos pusimos a hablar con una mujer que pasaba caminando, quien nos contó de su sobrina que estaba en pareja con un argentino que trabaja en una empresa de transporte de pasajeros y que él lleva cigarrillos a Chile para vender y ella lleva televisores hasta Uspallata y por ese "trabajo" le pagan $50.000 chilenos, unos $500 argentinos o un 30% o 40% más si pensamos en el paralelo. Todo esto, claramente, por la vía legal vigente a la fecha.
 
Al llegar a la aduana de retorno a Mendoza, la cola tenía unos 20 vehículos, todos cargados con televisores de 30 pulgadas para arriba, cocinas, heladeras, muebles, etc. Parecía una mudanza. De pronto llega un omnibus y empiezan a bajar televisores en cantidades importantes. Llegamos a contar 30 de un sólo vehículo. 
 
 
 
Hablando con los pasajeros, nos comentan que pagaron unos $250 argentinos por persona y pasaron hasta el control de Gendarmería de Punta de Vacas donde un gendarme les revisa el vehículo y al no coincidir los pagos con la cantidad de televisores, los mandaron de vuelta a Horcones a regularizar la situación, aunque al momento de emparejar bienes con personas, sobraban televisores y faltaban personas.
 
Esta mañana comentando la situación con una persona que trabaja en la AFIP-DGA, me indica que preste atención al texto del régimen de equipaje. La Resolución General ANA Nº 3751/1994 del 29 de Diciembre de 1994 (vigente) define a equipaje como "Los efectos nuevos o usados que un viajero, en consideración a las circunstancias de su viaje, pudiere destinar para su uso o consumo personal o bien para ser obsequiados, siempre que por su cantidad, naturaleza o variedad no permitieren presumir que se importan o exportan con fines comerciales o industriales." Sin embargo, la página web  de la AFIP-DGA http://www.afip.gov.ar/turismo/equipaje.asp hace una pequeña diferencia en los términos de la definición de equipaje, definiendolo como "Son los efectos nuevos o usados que un viajero, en consideración a las circunstancias de su viaje, pudiere razonablemente utilizar para uso o consumo personal o bien, para ser obsequiados, siempre que la cantidad, calidad, variedad y valor no permitieren presumir que se importan o exportan con fines comerciales o industriales." Agregar el término razonablemente, deja lugar a cierta arbitrariedad sobre qué es razonable ya que no lo define y según la RAE significa "arreglado, justo, conforme a razón" o bien "Mediano, regular, bastante en calidad o en cantidad".
 
Sherlock Holmes hacía hincapie en los detalles, se centraba en los métodos de la lógica y los poderes de observación y deducción. Los invito a hacer lo mismo y sacar sus propias conclusiones.
 

jueves, 9 de agosto de 2012

8 de agosto de 1998. Eternamente gracias.

Desde hace 14 años, el 8 de agosto es para mí una fecha muy importante, tanto como un segundo cumpleaños; o para decir mejor, es más importante que mi primer cumpleaños.
Por una de esas cosas extrañas de la vida, el 20 de julio de 1998 no pudimos juntarnos con los amigos de siempre, esos de los asados de los jueves para festejar el día del amigo, por eso, decidimos hacer un asado al mediodía en una  finca en Tunuyán, y partimos varios autos, yo en mi Fiat Vivace con Alfonso. Llegando a la ciudad de Tunuyán, (cuya doble vía creo que estaba hace 14 años casi casi habilitada hasta el mismo lugar que hoy), se abrió un VW Gol de frente para pasar una camioneta y no alcancé a maniobrar, lo que ocasionó un choque frontal que no sólo destruyó mi auto por completo, sino que también me ocasionó quebraduras expuestas múltiples en mi pierna izquierda (fémur en dos partes literalmente, cabeza de tibia) y quebraduras menores y raspones varios en el resto del cuerpo.
No puedo dejar de acordarme de ese día, al menos a partir del momento del impacto: el ruido, el golpe seco, los vidrios picándome en la cara, la tierra y piedritas en la boca, la pierna que me ardía por los cortes y Alfonso mirándome, frotándose la frente con el ceño fruncido y preguntando “Que pasó, Marcos?”, “Chocamos” le dije. De allí, la odisea de salir del auto, la gente corriendo, mi pierna anclada en el embrague, giro, me agarra mi amigo de atrás y me saca, yo agarrando mi pierna, más manos que me agarran, me sientan al costado de la ruta, 1000 ojos clavados en mi, no siento la cara, no siento las piernas, “paralítico” pienso, siento gritos, no se si son los míos, me voy, pienso en mi esposa, mi hija en su vientre, no veo, me quedo ciego, pienso en todo lo que hice y lo que no, maldigo, me arrepiento de todos mis pecados, me desvanezco, Alfonso me pega cachetadas pero yo no las siento, “hasta acá llegaste, changos”.
De pronto, despierto, sirenas, llegó la caballería. Esa es la sensación, como las viejas películas del oeste, cuando 15000 siuxs tenían rodeado a un convoy de carretas y llegaba la montada a salvarlos. Bueno, lo mismo sentí yo en ese momento.
Lo demás es más fácil, me hacen una buena costura en la cabeza, Andrés se desmaya mientras me pasa el teléfono para hablar con mi esposa, me suben a una ambulancia con Alfonso que me va tapando la pierna en el viaje a Mendoza y cada tanto tiene que inflar la férula y mientras sale un chorrito de sangre que lo mancha, llegar al primer hospital y se acaban las risas cuando veo el cartel de terapia intensiva. Dos minutos, dos horas, dos vidas allí, me levantan, me mueven, me duele, me dejan, me sacan y me dicen que me cambian de hospital, me quiebro y lloro, y como lloro, desconsolado, no doy más, me duele el alma, no el cuerpo. Llego al segundo hospital y le digo al médico “cortame la pierna”, “estás loco!” me dice, no es para tanto, no importa, yo estaba gratis. 5 horas más tarde y una buena cantidad de morfina encina, me llevan a mi cuarto, el 201 del Hospital Italiano de Mendoza, mi hogar de los próximos 25 días.
En esos 25 días postrado en una cama de hospital, transformamos entre familia y amigos el lugar en un hogar. Turnos para acompañarme, sesiones de estudios, curaciones, papagayos y chatas, yo tirado en la cama mientras mi mundo se movía alrededor con total naturalidad, haciendo muy llevadero y hasta divertido todo el tiempo. Nunca estuve sólo, nunca me sentí sólo, siempre estuve con gente querida al lado, leyendo cuentos, comiendo, jugando al truco, rompiendo y tocando todo lo que había como el guante de látex de la tracción, o la bomba que suministraba la morfina, o lo que fuera. Incluso fumándome al lado. Sí, yo con un tanque de oxígeno pegado a la cama y los tipos fumando a 2 metros.
Después estuve un poco más de 9 meses para apoyar el pie izquierdo y algo más para empezar a caminar. Meses de rehabilitación, de amigos estudiando en casa, asados y muletas.  De todo esto me acuerdo todos los días, pero en especial los 8 de agosto y siempre pienso que es el último año que voy a escribir algo sobre esto, pero vuelvo y recuerdo y escribo.
Sólo eso. Gracias de nuevo a los que estuvieron en ese momento, eternamente gracias.

martes, 17 de julio de 2012

De eso se trata Villavicencio.

Villavicencio es uno de esos lugares mágicos que tiene Mendoza al pie, o mejor dicho, a los tobillos de la cordillera de los Andes. Tal vez el acceso desde la ciudad no sea el más atractivo o veloz, pero apenas se pasa la zona urbana, el paisaje te envuelve y te lleva inexorablemente a seguir la única ruta posible hasta que descubris exactamente la imagen de la etiqueta de botella de agua mineral. Es verdad, el lugar existe y es igual.

El último sábado, fuimos con unos amigos a correr por los famosos caracoles que dicen tienen 365 curvas y unen Villavicencio con las antiguas minas Jusuitas de Paramillos y estas con Uspallata. En realidad, el camino completa hasta Paramillos es de algo así como 25 km, por lo que decidimos hacer sólo 11 km de subida y volver hacia el hotel, totalizando los 22 km. 


La temperatura marcaba algo así como 4°C cuando salimos y exactamente 0°C cuando nos subimos a la camioneta para regresar a Mendoza, por lo que tuvimos que salir abrigados, claramente, el sol nos ayudó bastante a soportar la temperatura. 
No sólo las formas y colores de las rocas y muros son impactantes, también tuvimos la suerte de cruzarnos con un par de manadas de guanacos. Lamentablemente, la única foto que salió más o menos bien es esta del relincho de la primera manada. El relincho es el guanaco que hace de vigía y está atento a lo que pasa en el entorno mientras el resto de la manada come o descansa.
El camino está plagado de miradores y lugares históricos, como la casilla del telégrafo de cuando se usaba la ruta para ir a Chile o los surtidores, antiguo lugar en que se suminstraba agua mineral a los viajeros que pasaban por la ruta.

Luego de dos horas y media para hacer los 22km, creo que lo ideal es comer en el restaurante que está a la entrada del hotel, donde por 100 pesos (20 dólares aproximadamente) podés comer un menú de entrada de empanadas o fiambres, chivito con batatitas a la miel y unos postres de tamaño más que considerables y de los cuales no pongo foto para que los sorprendan en vivo.

El entorno es realmente increible, pero con seguiridad lo mejor de la salida no es sólo el lugar, sino el hecho de compartir una actividad física fuerte con mi hermano y amigos, donde sabés que tenés que poner todo de vos para superarte, para acompañar y apoyar al resto cuando hace falta, saber que podés pegar la vuelta y abandonar, pero sin embargo seguís, a veces, con más fuerza de cabeza que de piernas y otras claramente al revés; llegar sin fuerzas y con dolor, pero contento por haber cumplido con uno y con los demás.

De eso se trata, de superarse, compartir y disfrutar.


sábado, 30 de junio de 2012

La industria naciente. Ser nacional.


El concepto de industria naciente, es usado habitualmente para justificar cierto grado de proteccionismo. Se fundamenta en que las actividades productivas de baja escala necesitan cierta ayuda para igualar tecnologías con las de las economías más desarrolladas y así, luego de un tiempo, poder competir en el mercado. El mayor problema es que la decisión del tiempo de protección, qué industria proteger y con qué instrumentos, es absolutamente discrecional y más allá de la buena intención, difícil de obtener los resultados deseados, más cuando la competencia en la industria en cuestión ya está madura.

“Durante la década de 1980 Brasil aplicó un estricto control sobre la importación de computadores extranjeros en un esfuerzo por crear su propia industria naciente de computación. Esta industria nunca maduró; la brecha tecnológica entre Brasil y el resto del mundo se ensanchó, mientras que las industrias protegidas simplemente copiaban computadoras de baja gama extranjeras y los vendían a precios inflados.”

Estuve tres semanas sin poder usar mi netbook. Mi hijo menor en su locura por ver y tocar todo, desarmó literalmente la ficha que alimenta la netbook dejándola incrustada.
La solución: ir a un representante autorizado de la marca de mi netbook y preguntar cómo se arreglaba y cuanto me iba a costar el asunto. Pensando que se trata de una máquina ensamblada o fabricada en Argentina, esto no debería ser algo costoso.
Primer sorpresa: Me indican que hay que cambiar el cargador y que del mismo no hay en stock en Mendoza, que llega en unos 10 días y que el precio es de aproximadamente $500 (unos cien dólares, para no entrar en discusiones sobre cuánto vale el dólar hoy en Argentina). Me pareció algo exagerado, más para una netbook que nueva vale 2500 pesos, no me parecía lógico que el cargador costara el 20%.
Me dediqué a recorrer todas las casas de computación y afines buscando un cargador “alternativo” y tan chino como el “original”, cuyos precios rondan los 200 pesos y en su mayoría tienen una serie de fichas alternativas que son compatible con todas las netbooks, notebooks y demás aparatos electrónicos.

Segunda sorpresa: La bendita ficha de mi netbook no está disponible en ninguno de los cargadores alternativos. En serio, en ninguno.
Con la tranquilidad de estos momentos, me acordé casi sin querer de un viejo local que se encuentra en calle Lavalle de la ciudad de Mendoza que arreglan cualquier cosa electrónica desde hace más de 30 años, según me dirá luego el dueño. Hago memoria y recuerdo haber pasado infinitas veces por la puerta y que pensaba como hacían para vivir estos locales y enfrentar los avances tecnológicos y el abaratamiento de los nuevos productos.
El cartel de la calle, medio derruido, dice algo así como “La casa del grabador”. Claramente, pienso que le haría bien un shock de marketing intenso. El local está debajo de la escalera del hoy cerrado pero en otros tiempos, glorioso teatro “El Taller”. Es sólo una puerta y no entra más de un cliente de mi tamaño, o dos relativamente normales. Una vez adentro, te invaden imágenes de la historia de la radiodifusión universal. Montañas de cables, radios, grabadores, circuitos, parlantes, televisores de todas formas y tamaños y ese olor característico que emanan luego de haber contado miles de veces las mismas historias o miles de historias en miles de horas; tapan al mago y propietario del negocio.
“Bueno, yo le pregunto, total…” El tipo, testea el cargador y me dice que hay que conseguir la ficha en una casa de electrónica y él me la cambia sin problemas. Así de simple, así de rápido. “Ojo, me dice, si la encontrás, comprate varias, con esto de las importaciones, cuesta mucho conseguirlas”. Pensé que me estaba cargando. Nuevamente a recorrer casas de electrónicas y conseguí un par que se parecían bastante. Las compré, me costaron 1,50 pesos cada una. ¿Se entiende, no? Algo más que 60 centavos de dólar las dos, pero tampoco es cuestión de derrochar dinero, por lo que compre una de cada una, al fin y al cabo, no sabía si el asunto iba a funcionar. Se las llevé al taller y me dice que al otro día lo tenía listo, pero que lo llame para que no vaya innecesariamente. Un detalle: El taller abre de 8.30 hs a 11.30 hs y de 15:00 hs a 19.30 hs. Los sábados, de 8.30 hs a 11.30 hs. Sacala.
En definitiva, retiro a las 24 hs mi cargador, con toda la alegría del mundo, le pago los 60 pesos del arreglo, llego a casa, enchufo la netbook y…… no anda. No carga, nada, muerta, igual. Lo llamo al tipo y me dice: “Venite, traete la máquina y vemos”. Al otro día, porque claramente no llegaba el mismo día, cuando la ve, se da cuenta que el cargador está golpeado y me dice que lo deje así lo desarma y ve que es lo que pasa. Unos tres días más tarde, me dice que tuvo que desarmarlo y pegarlo entero, de paso le reforzó la nueva ficha porque la original “no enganchaba bien de frente y por eso se te rompe”. Se portó Alberto, así se llama y no me cobró un peso extra.

La netbook me anduvo un día. Nada más. Suficiente para sacar algunos archivos importantes. Igual se la lleve de nuevo y descubrimos que el mayor problema estaba en la ficha pero “del lado de adentro” de la netbook y eso él ya no lo arregla. Terminé en otro representante y me dice que ellos me la sueldan, pero que cuesta 250 pesos. ¡Ni loco! Decido llevarla al service oficial de Mendoza pensando que hubiese sido la mejor opción desde el inicio, la dejo 24 hs para el presupuesto que, aún no entiendo porqué, me lo envían en dólares. Unos 260 pesos y 48 hs más tarde, me junto nuevamente con mi netbook arreglada aunque me dicen que mejor compre un cargador original porque al que arregle la ficha no llega a hacer contacto bien “la ficha no es 100% compatible” y me dan un correo, ya que lo envían directamente desde Buenos Aires con un costo de envío de 20 dólares más IVA, obvio, sumandole el costo del cargador chino original. 
Me rindo, me ganaron. Bajo la promesa de no comprar más productos electrónicos cuya marca suene a instrumento musical, envío el correo pidiendo el cargador original y recibo como respuesta que por el momento no están ingresando cargadores y no tienen en stock.
 
Solución: Vuelvo a Alberto, ajusta la ficha y el mundo sigue girando, al menos para mi netbook.

domingo, 10 de junio de 2012

Tiananmen, Maradona y San Martín


A inicios de junio de 2011 en el marco de la apertura de la oficina comercial de ProMendoza en China, participamos en múltiples reuniones y en la firma de varios convenios en China. El cambio de horario, el ajetreo diario de estas jornadas, más las responsabilidades propias por ser los organizadores de la misión comercial y política, no me dejaban mucho tiempo libre para distraerme y menos aún para salir a correr, aunque me las arreglé para salir un par de veces por los alrededores de la plaza de Tiananmen y de la ciudad prohibida que queda justo en frente ya que nuestro hotel estaba a unas cinco cuadras de una de las entradas a la ciudad.
El cambio de huso horario, nos obligaba a una vez terminada la jornada, empezar a editar las imágenes y escribir las crónicas para que salieran por los medios de Mendoza. Digo editábamos y escribíamos, aunque en realidad los que lo hacían eran dos grandes periodistas de los dos grupos de medios más importantes de Mendoza, Andrés Gabrielli por el grupo UNO, Nihuil, Canal 7, etc y Fernando Hidalgo por Canal 9, El Sol, LV10, etc. En definitiva, con la enorme ayuda de Martín Sosa como fotógrafo y cámara, nos pasábamos toda la noche encerrados en la habitación del hotel. Ellos trabajando contra reloj para subir la información a los FTP, salir al aire vía Skype y demás y yo aportando datos de lo que habíamos visto y realizado en el día y ajustando la agenda para el próximo día.

¿Todo esto para qué? Bueno, para  llegar a la parte simpática del asunto. Resulta que el último día en Beijing fue justo el sábado 4 de junio. Yo no había tenido la posibilidad de ingresar a conocer la Ciudad Prohibida y Martín Sosa ni siquiera había podido pisar la plaza de Tiananmen. El avión salía a las 16.00 hs por lo que le dije que dejara todo como estaba y nos fuéramos a la conocer la Ciudad Prohibida. Agarramos la filmadora profesional y la cámara de fotos y nos fuimos caminando.

Al ser sábado, había muchísima gente por todos lados y fuerte presencia de policías, cosa que no nos había llamado la atención los días anteriores. Un par de cuadras antes de llegar a la plaza, nos  preguntan unos policías si somos periodistas y a donde vamos, les dijimos que éramos turistas y queríamos conocer la ciudad prohibida y pasamos sin problemas. Al llegar a la ciudad prohibida, la marea humana era impresionante, no se podía caminar de la cantidad de personas que había. Nunca en mi vida vi tanta gente junta. En definitiva, viendo que para entrar íbamos a tener que hacer un par de horas de cola, decidimos ir sólo a la plaza. Error.


La plaza de Tiananmen, es enorme y sus principales accesos son subterráneos ya que hay que pasar por grandes avenidas y absolutamente todos los ingresos tienen una fuerte custodia policial ya que no dejan pasar ningún tipo de elemento cortante, armas o encendedores y tienen scanner como en los aeropuertos. Al llegar al control, yo paso sin problemas con la cámara de fotos y cuando miro hacia atrás, veo a Martín haciéndome señas y un policía haciéndolo a un costado.

Inmediatamente me acerco y le digo “Martín, este es el momento en que tiramos las cámaras al piso y salimos corriendo”, obvio que los dos nos empezamos a reír. El oficial nos preguntaba cosas en chino y claramente nosotros no entendíamos absolutamente nada. ¿Imaginan la escena, no? Dos tipos, a un costado de un pasillo subterráneo, con cada vez más policías rodeándonos y el resto de los chinos que querían ingresar a la plaza nos empiezan a sacar fotos y mirar como si fuésemos narcotraficantes. Uno que chapuceaba en inglés, nos dijo que esperáramos que fueran a traer una traductora. Para nosotros, pasó una eternidad y mientras empezaron a aparecer unos chinos flaquitos que me llamaron la atención porque tenían todos unas remeras deportivas color verde. Después nos enteraríamos que eran una especie de guardias civiles de la plaza que se mezclaban entre la gente para evitar cualquier tipo de disturbios.

Apenas llegó la traductora, pensé que estábamos salvados. Digo pensé y no pensamos porque Martín estaba congelado a mi lado y transpiraba como testigo falso. Comencé a explicarle que representábamos a un gobierno, que habíamos sido invitados por el gobierno chino y estábamos firmando unos convenios con el Ministerio de Tecnología de China, que queríamos conocer la plaza, que no éramos periodistas, que teníamos un vuelo en tres horas y que nuestros pasaportes estaban en el hotel y si quería los íbamos a buscar y que ya no nos importaba conocer la plaza, que mejor nos íbamos silbando bajito y que ya a esta altura lo único que queríamos hacer era salir corriendo.

La traductora nos pide los documentos con lo que le pido a Martín el suyo y la mujer me empieza a preguntar lo que dice y va copiando en una libreta mientras lo escanean con un aparatito que no había visto en mi vida. Cuando termina, le pide el documento a Martín. Sí, se lo pide a él y yo le paso el mío, a lo que la mujer insiste y se lo vuelve a pedir a él. En ese momento, me dio miedo. Me di cuenta que al igual que nosotros con los chinos, ella nos veía a todos los occidentales iguales y había confundido la foto de Martín conmigo y les aseguro que no somos ni cerca de parecidos. Cuando logro explicarle, me pregunta de qué país venimos, “Argentina” le digo, me dice, “ese no es ningún país”, en fin, lo único que se me ocurrió fue recurrir al “Argentina - Maradona – Messi”. La mujer nos miraba sin entender y yo miraba desesperado a los policías y los cerca de veinte flaquitos estos que ya me estaban poniendo nervioso. Hasta que de pronto, uno de los policías me dice “¿Maradona?”, me acuerdo y me emociono, fue la primera vez en el día que sentí que me estaba comunicando con ellos. “Sí” le digo, “Argentina, Maradona” y empiezo a hacer la mímica de jugar al fútbol, como que estaba haciendo pallanitas y demás y el chino empieza a hacer lo mismo y a hablarle al resto. Cinco minutos más tarde, nos dicen amablemente que nos retiremos de la plaza y volvamos al hotel para tomar el vuelo a Shanghai, cosa que hicimos sin presentar la menor queja al respecto.

La verdad no sé porque escribo este post ahora. Tal vez sea por los 22 años de la masacre de Tiananmen, tal vez porque no me gusta que limiten mi libertad de elegir hacer o no algo. En ese momento, me sentí vulnerado en lo que consideraba mi derecho de poder visitar la misma plaza en que había estado corriendo un día antes y entendí la frase del Gral. San Martín “Seamos libres, lo demás no importa nada”.