La próxima somos más

El sábado hicimos una muy buena travesía de 18 k por Potrerillos, los que corrimos, salimos del puente del ferrocarril que está cerca de la estación Guido y los que agarraron las bicicletas, lo hicieron desde el puente del ferrocarril que está en la cola del lago.

Claramente el camino no es muy cómodo para las bicicletas, hay una cantidad de derrumbes imposibles de atravesar pedaleando y el resto del trayecto cuando no está plagado de arbustos con espinas de metro y medio de alto, tiene 20 cm de arenisca que te entierra las ruedas de la bici. Lo bueno de esto, es que para correr es muy divertido y no podés dejar de concentrarte en el camino ya que vas haciendo zigzag todo el tiempo.

Tan dificultoso es para las bicicletas, que si bien salieron media hora más tarde que los corredores, demoraron casi dos horas y media más en terminar el circuito. Demasiado tiempo abajo de las bicicletas.

Es increible como los paisajes que estamos aconstumbrados a ver quienes vivimos en Mendoza son totalmente distintos cuando estás del otro lado del río. Sí, ya sé, el punto da para metáfora y derivar en otros temas.

De todas formas, uno de los mejores momentos del día, fue el encuentro a mitad de camino entre bicicletas y corredores donde compartimos las experiencias y el parte del estado del camino. La verdad es que no se explican esos momentos, sólo se viven, se sienten y se guardan. Alguno va a pensar que es exagerado, que sólo estuvimos corriendo un par de horas, pero la experiencia vale la pena.

En definitiva, todo termina con la promesa de volver, de que el tema no se enfríe y armemos una nueva salida pronto, por este u otro circuito. Vamos a ver que se nos ocurre y cuanta gente más sumamos a la cruzada. El punta pie inicial ya lo dimos, es sólo cuestión de voluntad.