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viernes, 24 de febrero de 2012

El silencio de los sordos y los trenes a cielo abierto.

El debate sin razones, sin opiniones de expertos sobre cualquier tema, lo único que logra es que nos movamos en terrenos cada vez más oscuros en lugar de conseguir echar luz sobre las dudas generales que tenemos.

En especial, respecto de la explotación minera en Argentina y Mendoza, el tema se ha transformado en un tema tan político y controversial como la famosa 125 y aquel "No positivo" del por entonces vicepresidente; y pinta para seguir escalando.

Me considero una persona absolutamente racional, digo, en contraposición a ser sanguíneo y para no cansar con análisis largos y que no creo sea este espacio el lugar para plantearlos, voy a sintentizar mi postura en que si existe una minería a cielo abierto en un país como Chile que exporta los mismos productos agropecuarios que Mendoza, (fruta fresca, vino, etc) y estos productos gozan de un prestigio internacional mayor al nuestro; de alguna manera quiere decir que es compatible la llamada megaminería con un agro de calidad y desarrollado.

Ahora bien, también conozco que en Chile las reglas se cumplen. Se hacen y se cumplen. Ojo, no es que los habitantes del vecino país sean más civilizados que nosotros, o más educados o más maduros. No, se trata de que en Chile se respetan las reglas porque el que no las respeta las paga. Salgamos un segundo del tema minería y llevemoslo al sistema financiero. Si libras un cheque y no tenes los fondos para cubrirlo, no sólo te cobran multa, tampoco te dejan salir del país. Es decir, hay un sistema de premios y castigos que funciona y un Estado que se asegura que funcione, en todos los niveles y para todos los poderes. Hay un Estado que es confiable en el corto, mediano y largo plazo.

Ahora bien, no me imagino que pueda funcionar una minería como la de Chile en Argentina o en Mendoza. No confío en el sistema de control del Estado que existe hoy en nuestro país, donde tenés funcionarios enriquecidos gobiernos tras gobiernos sin importar a que partido pertenezcan, enriquecidos no como premio a una gestión eficiente, sino como resultado de la connivencia y el vale todo; donde la AFIP persigue al perejil y se le escabullen los salmones y donde claramente todos los que pueden, encuentran que es más fácil evadir y coimear. Es simple, el costo del castigo si te agarran es ínfimo vs el beneficio de seguir haciendolo.

Como corolario, mientras escribo esto estoy viendo las imágenes del siniestro del tren de TBA con 50 muertos y cientos de heridos, claro resultado de lo arriba escrito. Claro, tampoco puedo dejar de pensar en el silencio de los sordos y los gritos de los mudos.

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