La reciente muerte de Hugo
Chavez, presidente de Venezuela y uno de los líderes político s más influyente de
los últimos 30 años de Latinoamérica y la decisión del gobierno de ese país de
embalsamarlo para que pueda ser exhibido y visitado, me hizo acordar a un par
de situaciones que tuve la oportunidad de observar en dos ciudades que también
tiene a sus ídolos momificados.
La más reciente de estas
experiencias fue en la ciudad de Beijing, donde en un espectacular mausoleo
frente a la plaza de Tianamenn y en el lado opuesto de la Ciudad Prohibida, se
encuentra la cripta de cristal que guarda los restos de Mao, el líder de la
revolución. La cola para presenciar a Mao es impresionante, obviamente la gran
mayoría de los visitantes son chinos que viajan de todos los puntos del país
para prestarle pleitesía, aunque más de uno tiene en sus manos una botella de
coca-cola. Si bien China sigue siendo un país comunista, uno se olvida del
régimen la mayoría del tiempo por la presencia cada día mayor de la cultura
capitalista. Entre otras cosas, grandes pantallas de led publicitan en mil
colores las bondades del consumismo y que contrasta con la iconografía del
partido y la fuerte presencia de fuerzas de seguridad, principalmente en
cercanía de edificios públicos. Otro tema digno de vivir, es la costumbre del
regateo continuo y permanente en los mercados con los vendedores de ropa o
electrónica falsificada. Las técnicas de venta y cierre de negocios aplicadas
por las vendedoras no se enseñan en las mejores escuelas de negocio de
occidente.
La segunda experiencia, fue en
oportunidad de visitar Moscú a fines de un mes de setiembre. En lo personal,
esperaba encontrarme con una ciudad gris y fría, con edificios cuadrados de
ventanas iguales y gente con cara triste. Una imagen estereotipada tal vez por
algunas películas. Me encontré con una ciudad limpia, abierta, con edificios
majestuosos y de una arquitectura bellísima. Tenía grabada en mi mente la
imagen de la Plaza Roja y los desfiles militares de la antigua URSS con San
Basilio al fondo y no sólo no me decepcionó, sino que quedé mudo y maravillado
cuando pude pisarla. El capitalismo entró a Rusia y se apoderó de todo lo que
pudo y los rusos le dieron la bienvenida. En fin, sobre el lateral del Kremlin
que da a la plaza, está el mausoleo de Lenin, también en su cripta de cristal y
sus colas interminables para entrar a ver al líder de la revolución bolchevique.
Estuvimos algo más de dos horas haciendo fila bajo una intensa lluvia fría para
poder observarlo. Mientras esperábamos nuestro turno, vimos una columna del
partido comunista que iban a visitar a su ídolo ya que al ser miembros del PC
tienen privilegio de entrar antes al mausoleo. Sólo por el hecho de ser
comunistas. Todos iban con banderas y pancartas en fila, pero lo que me llamó
la atención de manera lamentable, fue que el grupo de personas no eran más de
30 y sus aspectos eran más de indigentes que de personas que van a honrar a su
ídolo.
En enero de este 2013 salió a la luz una encuesta realizada por el gobierno ruso, que
indica que sólo el 25% de los rusos piensa que debe seguir Lenin en su
mausoleo, mientras que el resto pasa desde enterrarlo con los otros patriarcas
del comunismo soviético en las paredes del Kremlin, hasta la más absoluta
indiferencia.
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